“Éstas son las mañanitas que cantaba el Rey David, hoy por ser día
de tu santo, te las cantamos a ti…”. Diferentemente del conocido tema, oído en
todo el mundo, de melodía inconfundible, en México, al celebrar el nacimiento
de uno, se canta “Las mañanitas”.
Basta con ir a una fiestita, de éstas llenas de aromas y colores,
al buen estilo local, que se siente, en este instante alrededor de la torta que
algo suena raro. ¿Qué cantan?, se preguntará el extranjero. Pero no más que
pronto se hallará irremediablemente atrapado por ella. “Las mañanitas” no es
simplemente una canción de cumpleaños: es un homenaje, una declaración de amor
a quien los cumple. Es esta dulcecita parte del ser mexicano que, apenas
conoces, te toma de por vida.
Cuándo empieza la costumbre es
dato tan incierto como curioso. La mayoría de los mexicanos siquiera sabe por
qué lo hace, pero el tema en sí es un gran hit. Tanto que el cantante Pedro
Infante (1917-1957) tiene el disco más comercializado de la historia de México
por causa de “Las mañanitas”: nada menos que 20 millones de copias vendidas.
Antiguamente era muy común
darles a los bebés el nombre del santo celebrado en su día de nacimiento. Como
dice la canción, “Hoy por ser día de tu santo, te la cantamos a ti…”, pronto se
convierte en la melodía oficial de natalicio.
Una razón, menos religiosa, tal
vez se encuentre en las “mañanitas de abril” de la ciudad de Zacatecas (México
central). Ahí, el tema era usado como una especie de despertar al pueblo por
las primeras noches de primavera, la estación en la que renace la vida, tras
duro y largo invierno. Los habitantes del lugar se levantaban temprano para
pasear por las calles y aprovechar al nuevo ambiente, más cálido y colorido. A
estos paseos matinales se les decía “las mañanitas de abril”. Hay registros del
Archivo Histórico del Municipio que tales paseos ya se realizaban desde 1896 e
iban acompañados por una orquesta de jóvenes muchachas, así como la Banda de
Música Municipal. La tradición perduró hasta fines de la década de 1930 y actualmente
los zacatequenses hacen un movimiento para retomarla.
Aparte de los orígenes
históricos, reales o no, lo que queda es que es un lujo tenerles a “Las
mañanitas” cantadas para sí. No podría ser diferente, cumplir un nuevo año
significa estrenar la vida una vez más, empezarlo todo de nuevo, como si el
azar nos diese otra oportunidad. Es inaugurar a una otra primavera y ahorita
mismo en México es primavera. Y una se pone a pensar, en las cercanías de su
cumpleaños, en un florido balcón, desde donde se ve a unos cuantos mariachis,
de sombreros anchos, abrazando a guitarras, cantándoselas. Si estaban
destinadas a la santa virgencita, quizás no se sabrá, pero que algo divino esté
presente en este instante, nadie lo duda. Es uno de estos trocitos del cielo que
el pueblo mexicano ha regalado al mundo.
A pesar de su
fama extendida por todo el territorio nacional y comunidades mexicanas a lo
largo y ancho del planeta, no se han escrito muchas líneas acerca de ‘Las
Mañanitas’. Nadie sabe bien a bien quién fue el rey David o, todavía más
intrigante, porqué cantaba esa serie de versos que festejan los onomásticos
El
origen como tal de ‘Las Mañanitas’ también permanece en el más oscuro de los
misterios. Recuerdo haber leído en algún libro hace mucho tiempo, que esta melodía
había nacido algunos años antes de la Independencia de México. El escritor
guanajuatense Jorge Ibargüengoitia,
alimentaba la veracidad de este origen con una versión (inventada o
investigada) que incluía los siguientes versos:
“Quisera ser agua de lluvia
para besarte la cara,
y volverme arroyo después
para besarte los pies”
para besarte la cara,
y volverme arroyo después
para besarte los pies”
Sea cierta o falsa esa versión,
en el buscador de cabecera de todos los que nos preciamos de convivir en la
red, no hay una sola referencia al origen de tan famosa canción.
En la mayoría
de las páginas que salen como resultado de la búsqueda se le pone a la altura
del mariachi y las posadas en cuanto a símbolos de la mexicanidad se refiere.
Sin embargo, en ninguna de ellas se explica ni quién compuso ‘Las Mañanitas’ ni
mucho menos cuáles fueron los motivos que inspiraron tan famosa composición.
Y esto nos genera un paradigma,
ya que solo las cantamos más por tradición que por su significado.
Fuentes:
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