sábado, 27 de agosto de 2016

La Cueva de Platón


Platón explica esta alegoría al principio del VII libro de su República. En lo profundo de una caverna se encuentran encadenados un grupo de hombres y mujeres, de tal forma que por su posición únicamente pueden mantener la mirada fija al frente. Por detrás de ellos, en lo alto de la caverna, hay un fuego encendido. Entre los prisioneros y el fuego hay un camino por el que transitan personas, a veces transportando objetos, de los que los presos sólo ven las sombras.


Platón plantea que para estas personas esclavas la realidad serían las sombras proyectadas en el muro enfrente de ellos, y negarían la existencia de los objetos reales de los que provienen si tuvieran pruebas de su existencia.

Platón continua planteando qué ocurriría en caso de que uno de estos prisioneros pudiera romper sus cadenas y escapar, describiendo el dolor y la ira que le causaría salir de la cueva y ver la realidad, y cómo le costaría de aceptar. Si tras un largo proceso de adaptación este antiguo prisionero aceptara la realidad y volviera a la cueva a liberar a sus compañeros aún encadenados, se encontraría con que estos no aceptarían sus argumentos y creerían que la salida de la cueva le habría provocado ceguera para reconocer la que para ellos es su realidad.

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